domingo, 26 de mayo de 2013

Generación adoptada



Generación adoptada



Yao Ferrer Pellicer tiene 20 años y a veces ni siquiera se acuerda de que su aspecto lo evidencia: «¿Cómo lo has sabido?», pregunta a quienes la interrogan sobre su origen chino. Ella es una catalana adoptada en China. No fue la primera en Catalunya: fue la segunda. Tenía 3 años. Ser adoptada extranjera en una sociedad en la que apenas había casos similares le obligó a pagar un precio: la diferencia no se perdona fácilmente. Así que tuvo que aguantar a algún pesado e incluso cambiar de colegio. Pero eso ya es historia: Yao es una catalana más, que ha digerido su experiencia y que explica que no es un proceso sencillo. Hasta hace dos o tres años, cuenta, no llegó a una conclusión positiva: «Vi que no tenia por qué juzgar a mi madre biológica, y dar gracias por que no abortó».
Ahora, los adoptados suelen tener compañeros adoptados en el colegio, cuando no en su clase. Después de Yao llegó el boom de la adopción internacional, que duró una década. Ahora el grueso de los catalanes adoptados en el extranjero están a punto de llegar a la adolescencia. Algunos de los progenitores que han apostado por esta vía hablan de su experiencia, sin esconder la complejidad que puede encerrar, los miedos y la realidad indiscutible de que, al final, los padres de un niño son aquellos que se levantan por la noche cuando despierta con tos, sed, miedo o ganas de ir al lavabo.
ANTES DEL AVIÓN / «La visión de los padres es para los hijos adoptados la de una película empezada: ‘Fuimos a buscarte en avión’. ¿Y antes? El gran miedo erróneo es el miedo a hablar de la familia biológica, de los orígenes. Te fuimos a buscar en avión va bien cuando son pequeños, después ya no. ¿Y antes del avión qué pasó?». Así se explica Francesc Acero, presidente de la Asociación de Familias Adoptantes en China (AFAC).
Él y su mujer, Fina Miró, adoptaron a Abril, que tiene nueve años. «Los padres solemos decir: ‘Adoptamos a una niña. Las hijas suelen decir: ‘Soy adoptada’». Para unos es algo pasado, para otros, presente. Acero habla de la «mochila» de los adoptados, sus vivencias, de la que Yao dice: «Todos la llevan, unos la saben llevar mejor y otros, peor». Fina Miró alude a «la herida que les acompañará toda la vida», la del abandono que sufrieron. Y Yao, a su lado, precisa: «Tienes que intentar cerrarla, que no te haga daño. Primero te da rabia. Quieres saber quiénes eran».
Es el asunto de los orígenes, de si conviene escarbar en ellos. Buscar respuestas. Los interrogados responden de una forma similar: el ritmo lo tienen que marcar los hijos. Que se haga lo que ellos quieran. Algunos quieren escarbar, otros menos. Yao, por ejemplo, ha decidido no mirar atrás: «Corres el riesgo de no sentirte de aquí ni de allí». Pero advierte contra la manipulación: «No hay que decir mentiras». Yao vino con tres años y algo sabe de su vida allí: en su orfanato, con tres años, se ocupaba de niños menores que ella: «Cambiaba pañales, sabía atar zapatos».
Acero advierte de que los orígenes no son solo la familia biológica, también el país, la gente, la cultura. Él apuesta por una edad: cree que si un niño o una niña adoptados no han hablado del tema a los seis años, conviene estimularlo. La suya no quería saber nada de la cuestión hasta que volvieron a China a acompañar a otra familia que iba a adoptar. Ese viaje sirvió para desbloquear el tema. Aunque ha pasado el tiempo, todavía Acero y Abril se topan con la típica señora mayor que, probablemente bienintencionada, proclama gritando: «¿Me entiendes?». Un día el padre se cansó y dijo: «Qué, Abril, ¿le contamos nuestra vida a esta señora?». Y la niña lo miró agradecida, cansada ya de tanta pregunta.
CASOS AISLADOS / Aunque parezca mentira y se trate solamente de casos aislados, todavía quedan, al parecer, padres que ocultan a sus hijos su condición de adoptados. Además de escrúpulos, ello requiere que el aspecto físico lo permita. Josep Lluís Esteban, que conoce alguno, lo comenta sorprendido. Padre de dos hijas de 8 y 13 años adoptadas en Rusia, se le ve seguro del terreno que pisa: «En casa se habla del tema con toda normalidad». Ni se esconde, ni se magnifica, dice. Por ejemplo, un día la mayor pidió su certificado de nacimiento y se le mostró. La misma hija que vivió un duelo por su madre biológica: «No fue cosa de un día».
HOSTILIDAD Y SEGURIDAD / «No hay que esconder respuestas ni promover que se busquen. Es la niña o el niño quien tiene que hacerlo, no los padres», dice Esteban. Eso sí, «las preguntas se responden todas, en función de la información que se tiene y de la edad del niño».
C., que preserva su identidad, abunda en el miedo de los padres adoptantes a la competencia con los biológicos. Es madre de una niña de 9 años adoptada en México que suele aludir a su pasado, a sus padres biológicos, a que estaba mejor allí, a que no quiso ser adoptada, a que allí tenía teléfono móvil y era mejor tratada. Todo fábulas. Pero la lectura es positiva: «La psicóloga afirma que esa hostilidad demuestra un vínculo, prueba que la niña ya sabe que esta familia no la va a rechazar».
Fuente: elperiodico.com



Soy adoptado




Soy adoptado



Entre padres adoptivos e hijos adoptados se va creando poco a poco un vínculo y lo que más desean ambos es que sea lo más sano, sólido y consistente posible. Esto es, un vínculo de apego de tipo seguro.
Para que una relación cuente con características sanas y cubra las necesidades emocionales del pequeño de forma sensible y estable, es fundamental que las personas significativas para el niño calmen sus miedos y angustias dando una respuesta emocional adecuada en intensidad, forma, calidad, tiempo y cercanía. Si ponen nombre a lo que el niño siente y consiguen transmitirle tranquilidad, se sentirá seguro con respecto a sus figuras de apego. Esto es, él sabrá que aunque tenga miedo, sus papás le calmarán. Esta seguridad la irá interiorizando poco a poco y se convertirá en una persona segura de sí misma y con una buena autoestima.
Recordemos que esta relación se inicia en unas condiciones diferentes y complejas. El proceso de adopción es largo y costoso. Si empatizamos con los papás, probablemente sentiremos ilusión, incertidumbre, miedo, prisa, ganas de que llegue, sobre todo, mucha necesidad de paciencia y regulación emocional. Cuando ya esté aquí, la tarea no será menos dura: tocará conocerse, adaptarse y entenderse.
Es lógico que los papás sientan preocupación por el pasado del pequeño, por su salud y por cómo ha sido cuidado emocionalmente el tiempo que no ha estado con ellos. La calidez y adecuación de los primeros cuidados del bebé influyen sin duda en su desarrollo evolutivo. Los nuevos papás tratarán de vincularse con el pequeño de la forma más sana posible e intentarán reparar lo que no fue posible para él hasta ese momento.
La elaboración del duelo
El niño adoptado, en su corta vida, ya “se entera” de muchas cosas. Ha vivido encuentros y desencuentros absolutamente trascendentales para su desarrollo emocional y para su estructura de personalidad. Lo primero con lo que tiene que lidiar al aterrizar en su nueva familia es la elaboración de un duelo. Aunque sea muy bien recibido por sus nuevos padres, es normal que viva un poquito (y a veces mucho) de tristeza por las personas que hasta ese momento le estuvieron cuidando.
El pequeño no vuelve a ver a esas personas. Para él todo ha cambiado de repente: el lugar físico, las personas que le cuidan y hasta el idioma en que le hablan. Como mínimo, asustado se encontrará. En este momento es muy importante brindarle un vínculo de apego seguro, en el que las personas que son ahora sus cuidadores se muestren muy cálidas, accesibles y sensibles de forma estable y constante con las necesidades del pequeño, que son muchas. Los efectos del desencuentro no terminan cuando el pequeño está adaptado. Los niños adoptados  viven con una huella toda su vida: la del abandono. El inconsciente siente: “si mis padres biológicos me abandonaron, ¿por qué no lo van a hacer el resto de personas?” Huella desgarradora emocionalmente: la inseguridad en los vínculos. Pero siempre hay algo que se puede hacer.
Si los nuevos papás abordan de manera adecuada las situaciones de demanda de cuidados del niño, esta huella puede ir reparándose poco a poco, y el pequeño irá incorporando recursos para tolerar y manejar los efectos de la misma. Es muy importante estar atento a los cambios familiares importantes, a los momentos en los que el pequeño tiene que separarse de sus padres; estas pequeñas separaciones son movilizadoras del inconsciente, reviven algo ya sucedido en el pasado y muchas veces de carácter traumático.
Los papás deben poner un especial cuidado en situaciones de separación, como el primer día de cole, que alguno de los papás pase unos días fuera de casa por algún viaje, o incluso porque el pequeño va a algún campamento. Son situaciones que evocan en el inconsciente una separación del vínculo y pueden activar la huella emocional del abandono en el pequeño. Es por esto que debemos tener especial cuidado en estos momentos y responder de forma sensible a las demandas del niño de apoyo, cariño y protección.
La madurez de los padres es fundamental
Los papás perfectamente pueden establecer un tipo de vínculo de apego seguro con su hijo adoptado. Para que haya un buen vínculo, es cierto que pueden influir las características del menor, pero las que son determinantes son las características del adulto. Para lograr un vínculo de apego seguro es importante que los papás tengan capacidad para manejar y tolerar las dificultades y desencuentros que surjan en la crianza y que cuiden de su propia auto-regulación.
La madurez de los padres para poder hablar de las emociones y sentimientos que afloran entre vínculos que se generan ente los miembros de la familia son fundamentales. Es muy sano hablar de cómo nos sentimos con el otro: en los momentos buenos y en los difíciles.
En ocasiones los padres también tienen duelos por resolver. Es importante dejar espacio para sacar la emoción que han podido generar los acontecimientos no deseados que tienen que ver con la decisión de la adopción. En muchos casos, hay papás que eligen adoptar aún contando con la posibilidad de tener hijos biológicos, pero es cierto que la mayoría opta por la adopción porque otras vías no son posibles.No es fácil tramitar emocionalmente el duelo por la fertilidad, por lo que le hubiera gustado a la persona que hubiera podido ser la experiencia de ser padre o madre. Hay que darse un tiempo para que se resuelva el duelo y poder cuidar de uno mismo para poder encargarse del otro, del pequeñín que ahora viene a la familia y ya pertenece a ella.
Es una necesidad humana conocer nuestros orígenes
Sobre todo, naturalidad: “eres mi hijo y yo soy tu papá/ mamá”. Y vamos a darnos un poquito de tiempo para conocernos y adaptarnos los unos a los otros. Vamos a respetar que podemos ser diferentes en algunas cosas, pero el amor y el apego sano y seguro, poco entiende de diferencias: las respeta, las tolera y las acepta: Te cuido y te hago crecer desde lo que es bueno para tí, no desde lo que yo quiero que seas.
Tener un hijo buscado y deseado predice una buena salud vincular. Sin embargo, no es nada fácil a veces entender y abordar lo que ocurre. Si los papás cuentan con buena capacidad para el vínculo sentirán “suyo” al pequeño y a éste le ocurrirá igual que a sus papás. Es cierto que vendrá una etapa en la que tendrá que conectarse con las emociones que le genera el hecho de ser adoptado. Es una necesidad humana conocer nuestros orígenes. Y los niños adoptados tienen que pasar por un proceso emocional de aceptación de su historia vital. Surge aquí otro duelo por sus padres biológicos. Es importante entender y escuchar la necesidad del pequeño de saber en un momento de su vida, de poder preguntar “porqués” sobre su historia con naturalidad. Es importante que en estos momentos los papás adoptivos no se sientan amenazados. Ellos son los padres del pequeño y sus figuras de apego, pero él necesita saber de sus orígenes.
Poco a poco, y al ir cubriendo de forma empática y sensible las necesidades del niño, el hijo adoptado, cada vez tendrá más recursos para poder manejar, abordar y eliminar las ansiedades lógicas de su situación.
Por Esther Gómez García-Romeral
Fuente: http://blogs.elconfidencial.com

España, tercer país en adopción de niños rusos en 2012




España, tercer país en adopción de niños rusos en 2012




España fue el tercer país que adoptó más niños rusos en 2012 con un 20 por ciento del total, sólo por detrás de Italia (27 %) y Estados Unidos (24 %), informó hoy el Tribunal Supremo de Rusia.
Estos tres lideran la lista de países cuyas solicitudes fueron satisfechas por los tribunales rusos el pasado año, condición indispensable para poder llevar a cabo una adopción internacional en este país, según informa la agencia oficial RIA-Nóvosti.
Además, Francia formalizó un 10 % de esos tramites judiciales de adopción; Alemania, un 5 %; Israel, un 4 %; Canadá, un 2 %, y Suecia, un 1,4 %.
Tradicionalmente, EEUU encabeza con gran diferencia la lista de adoptantes, pero la decisión rusa de prohibir las adopciones por familias norteamericanas, ley que entró en vigor este año, pero fue promulgada en 2012, motivó un brusco descenso en las cifras.
En el caso de España, el número de adopciones no ha dejado de descender desde el endurecimiento de los requisitos burocráticos, a lo que se suma el estallido de la crisis económica.
Según fuentes oficiales rusas, España había acogidos 712 niños rusos en 2011, cuando en años anteriores esa cifra llegó a superar con creces el millar anual.
A partir de ahora, según informó a Efe el Defensor del Menor ante el Kremlin, Pável Astájov, los únicos países que podrán adoptar niños rusos son aquellos que hayan firmado acuerdos bilaterales con Rusia.
Al respecto, el ministro de Exteriores Serguéi Lavrov aseguró recientemente ante la Duma o cámara de diputados que España será el próximo país en firmar un acuerdo de adopciones con Rusia.
Rusia se propone reducir con el paso de los años el número de niños que son entregados a padres extranjeros, en favor de familias rusas, aunque en este país no hay tradición de adopción infantil.
El número de niños huérfanos registrados oficialmente en Rusia ascendió el pasado año a 118.000, cuando en 2011 eran 74.400, según informó la viceprimer ministra rusa, Olga Golodets.
Según cifras oficiales, unos 6.500 niños rusos fueron adoptados el año pasado, 2.600 de ellos por familias extranjeras.
Fuente: ABC

El divorcio y los niños adoptados




El divorcio y los niños adoptados



El divorcio y los niños adoptados, no  hay mucho escrito sobre este tema, pero hemos encontrado esta entrada del blog “Hijos de mamá y papá” que habla un poco sobre ello.
Permítanme comenzar con una verdad clara e incuestionable: la custodia exclusive pone en peligro el vínculo entre los padres adoptivos y sus hijos adoptados.
Para nosotros, padres de hijos adoptados, el divorcio después de la adopción trae una forma especial de tragedia que se añade a la ya trágica condición de vivir sin nuestros hijos. Me he referido anteriormente en este blog al caso de Beck v. Beck por varias razones. Este caso sienta un precedente para los casos de custodia compartida, estableció la primacía de la custodia física como el factor que define las relaciones paterno-filiales, y estableció que los niños tienen igual necesidad de sus padres y madres. De todas formas, tengo otra razón mucho más personal. En este caso lo que está en disputa es la custodia de niños adoptados.

Mientras que tener hijos es siempre una bendición, ser, como en mi caso, incapaz de tener hijos biológicos y recibir el regalo de un hijo adoptivo, es un privilegio muy especial. Este hijo nunca es un accidente, una consecuencia no planificada: este hijo ha sido escogido por el amor de sus padres. No trataré de explicar aquí cuántos y cuán hermoso son los sueños de un padre que adopta un niño. Tampoco trataré de explicar el profundo y tierno amor que los padres adoptivos desarrollan por sus hijos. No obstante, ciertamente trataré de subrayar la importancia de la custodia física para los padres de hijos adoptados.
El hecho que le permite a la gente adoptar como suyos a los hijos de otras personas, es que lo que realmente hace a un niño tu hijo es que ella/él ha sido criado por ti, y lo que hace a alguien tu padre/madre es que él/ella te crió, y por criar me refiero al tipo de contacto diario que sólo la custodia física puede proveer.
Aún cuando los hijos adoptados llegan a conocer a sus padres biológicos, los niños considerarán padres sólo aquellos que los han criado. Este hecho implica una verdad que debe ser considerada aquí: que en la ausencia de una línea de sangre entre un padre y su hijo, como en el caso de los niños adoptados, compartir la dinámica del día a día es lo que crea el vínculo entre ellos. Para un padre adoptivo, la custodia física de su hijo no es una de las maneras de crear un vínculo con su hijo, es la única manera. Beck v. Beck afirma esta singularidad de los niños adoptados, diciendo:
…que porque las niñas eran adoptadas, ellas necesitaban “el beneficio, el contacto, y la seguridad de ambos padres”. 86 N.J. 489 (1981)
Beck v. Beck advierte en contra de poner en peligro este apego entre las niñas adoptadas y su padre:
Viendo este asunto en términos de la importancia del padre en las vidas de las dos niñas, (la corte) concluyó que la falta de contacto real con el padre tendría efectos negativos en su desarrollo, particularmente porque las niñas son adoptadas. 86 N.J. 492-93 (1981)
Privar a los niños adoptados de uno de sus padres, como las cortes de familia usualmente hacen en los casos de custodia, les quita por segunda vez lo que la vida ya les ha quitado una vez: el amor, el confort, y la seguridad que sólo sus padres y madres les pueden dar.
Fuente: http://hijosdemamaypapa.blogspot.com.es